Nada más llegar a Navarra, la primera noche el cura con el que íbamos, nos dijo algo así como que el hecho de que estuviésemos todos allí, ya significaba que teníamos fe, algo, pero por esta allí, la teníamos. Y nos propuso la idea de que además de caminar para acercarnos más nosotros mismos, que pensáramos en dos o tres personas a las que queramos acercar a Dios y encomendárselas durante la jornada.
La fe, el confiar en que el Señor existe, que nos quiere y que nos está esperando, es todo un regalo. Y seguramente cualquier creyente que lea esto, esté totalmente de acuerdo conmigo, por lo tanto, ¿qué mejor manera de demostrar nuestro amor a las personas que queremos que regalándoles la oportunidad de conocer al Jefe?
Esta simple circunstancia ya cambió la peregrinación por completo, hizo esta Javierada única y diferente a todas las demás, porque ahora, no sólo caminábamos por nosotros, si no que se caminaba por tres personas más, por tres personas con nombres y apellidos, a las que queríamos entregar el regalo de la fe.
De viaje...
-Viernes a las 17´30 todos en la parroquia preparados y deseando subirnos al autobús para dar comienzo a nuestro viaje, conocer nuevas personas, nuevas experiencias, nuevos testimonios de fe...
En esta experiencia, además de conocer a un montón de personas increíbles, con vidas,conversiones, y testimonios increíbles (como el de un chico que llevaba toda su vida entrenándose y preparándose para entrar en el ejército, y de un día para otro, de una manera fascinante el Jefe le llamó y ahora está en cuarto curso del seminario) he llegado a conocerme un poquito más a mi misma.
Lo mejor de estas vivencias, no son las personas a las que conoces, ni siquiera es el inmenso castillo con el que te encuentras al llegar, ni tampoco el Cristo sonriente que hay en él.
Lo mejor, sin lugar a dudas, ha sido el camino.
Conocer la parte más sensible,la más profunda de las personas, las diferentes maneras que tiene aquí el Amigo de hacerse presente entre los hombres, y como éstos interpretan y responden a su llamada...
También tuve la suerte de que esta peregrinación coincidía con el tiempo de Cuaresma; tiempo de oración, limosna y abstinencia; circunstancia que da lugar a a que todo esto que acabo de mencionar se magnifique y se viva de una manera muchísimo mas intensa y profunda. De tal modo que todos los peregrinos terminamos el camino plenamente renovados y orgullosos del camino y de los cambios y revelaciones personales.
No puedo concluir una reflexión sobre el viaje, sin hacer mención a la vigilia de la noche que se llega al castillo. Miles de caminantes agotados después de un intenso día de caminar y más caminar, postrados frente al altar rendidos frente al amor del Padre... Creo que la situación no necesita más palabras para ser imaginada.
Y todos felices, con ganas de compartir y dar todo de sí mismos. Eso es exactamente el verdadero Amor de Dios.
Toda una experiencia esta Javierada, y digna de ser repetida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario